miércoles, 18 de septiembre de 2013

Ella...

Cuando entré en el salón  del Hotel me sentí cómoda, fuera hacia frío, estaba nevando y quería tomar algo caliente. Me senté en una mesa cerca de la chimenea esperando a mis amigos que aún seguían fuera jugando en la nieve. Se acercó la camarera y le pedí un café bien caliente.
Estaba mirando las llamas de la chimenea y escuché la voz de una mujer que me pedía fuego, apenas sin mirarla se lo di,  me dio las gracias y empezó a darme conversación, entonces fue cuando la mire. Tenia delante a una mujer madura y muy bella que sin dejar de sonreír me dijo que si esperaba a alguien. Aunque aquella pregunta me sorprendió mucho, le contesté que esperaba a mis amigos que seguían fuera jugando y así fue como empezamos a charlar. A mí me encanta hablar con la gente y aquella mujer resultaba muy interesante. Me explicó que estaba allí pasando el fin de semana junto a su esposo al cual le gustaba mucho esquiar y que a ella le encantaba mirar el fuego. Nos sonreímos con complicidad, ya teníamos algo en común. Después de seguir hablando de cosas sin importancia me dijo que se sentía a gusto conmigo, la verdad es que yo me sentía igual de bien con ella, nos despedimos y quedamos en vernos después de la cena para tomar un café.
Llegada la noche todos fuimos al  comedor para cenar, éramos un grupo de once personas todos estaban emparejados menos yo.  A lo lejos se alzó una mano saludándome, la vi enseguida, iba muy elegante dentro de la sencillez, con un pantalón ajustado y un jersey de lana de cuello alto, nunca me había fijado tanto en una mujer, pero ésta tenia una serena belleza que atraía. Me acerqué para saludarla y el hombre que estaba sentado a su lado se levantó y ella nos presentó, era su esposo, cuando terminamos el protocolo de saludos quedamos en vernos después de cenar.
 Seguí cenando con mis amigos y cuando éstos se retiraron a sus respectivas habitaciones yo me fui al salón a reunirme con laura y Jose Antonio. Cuando llegué sólo estaba Laura esperándome me dijo que su marido se reuniría más tarde con nosotras. Seguimos hablando de nuestras vidas de lo que hacíamos y cosas así. Me comentó también que al día siguiente había una cena de gala en el hotel, en mi cara pudo ver como me sorprendí ya que no sabía nada de dicho evento. Mi preocupación era que no tenía ropa adecuada para aquella situación, eso tiene arreglo, comentó, y cogiéndome de la mano me llevó hasta su habitación. Se paró unos segundos y observándome de arriba abajo me dijo: creo que tenemos la misma talla te sacaré un par de vestidos y te los pruebas.
Tranquila, estamos solas, puedes quitarte la ropa nadie nos molestará y vi en sus ojos una chispa de picardía. Sentí como si me mirase un hombre por unos segundos, pero al momento deseché esa idea, que tontería  como podíahabérseme  pasado esa idea por la cabeza así que empecé a quitarme la ropa. Ella seguía de espaldas al armario, un armario que estaba lleno de espejos. Empezó a sacar toda una serie de vestidos, no sabia cual ponerme y se ofreció a ayudarme. Me había quedado con ropa interior y ella me dio unas medias y me pidió que me las pusiera. Eligió un vestido precioso de noche. Éste te quedará perfecto, me dijo, te sacaré el sujetador y  sin saber que decir, callé. Me puso sus suaves manos encima de mis hombros y susurrándome al oído me dijo que tenia la piel muy suave.
 
Me sentí completamente atraída por ella, esa mujer que no debería tener más de 30 años, era preciosa, con el pelo largo y ojos color miel. Sentí deseos de acercarme a ella con cualquier excusa y lo hice. Ahora estaba enfrente de mí, me miraba intensamente, sentí un escalofrío que recorrió mi cuerpo y unas ansias locas de besarla.
La miré y vi en sus ojos un gran deseo hacia mí. No sabia que hacer si quedarme o salir corriendo pero algo en mi interior me decía que me quedara, era tan agradable estar con ella, además, sentí como un cosquilleo que se apoderaba de mi. Dijo que iba a ponerse cómoda, se acerco al armario y saco una bata de seda preciosa se desprendió de  su ropa y se quedo sólo con braguitas. Mientras se ponía  la bata noté como mis mejillas se encendían, nunca había sentido nada parecido pero esa sensación me agradaba, sentí la necesidad de tocarla no reconocía en mi esos sentimientos. Sé acercó a mí despacito y me dijo que me probara ropa interior que tenía muy bonita llegada de Paris, me ofreció dos piezas, de lo más pequeño que en mi vida había visto, le sonreí pensando que aquello no me iba a sentar nada bien, ella insistió y me lo puse, mejor dicho ella me lo puso. Suavemente asentó sus manos en mis senos y me dijo que los tenia muy bonitos, rozó levemente sus dedos por mis pezones. Estábamos delante de un espejo en el que se veía a ella detrás de mí, sus manos agarraban mis pechos y sus ágiles dedos jugueteaban dulcemente con mis pezones, fue deslizándolas hasta llegar a mi vientre. Me entró como un ligero mareo ¡que maravilla! Me dejé acariciar y sentía que quería más y me abandoné en aquel mágico momento, nunca había sentido nada igual con ningún hombre, era una sensación diferente estaba agitada, nerviosa y deseosa de que no parase de tocar mi cuerpo. Me abrí de piernas para que pudiera meter sus dedos en mi sexo, y así lo hizo,  empecé a gemir casi sin darme cuenta me empujó con suavidad hacia la cama, me tumbó  y separó mis piernas. Y despacito, muy despacio empezó a pasar su lengua desde mis pies lentamente hasta llegar a mi sexo, bajo lentamente mis braguitas y siguió lamiéndolo, introdujo su lengua, estaba caliente y suave, la sacaba y metía dentro de mi arrancándome gemidos de placer, me sentía loca de pasión deseaba que subiera, deseaba besarla y sentir esa lengua que tenía ahora entre mis piernas dentro de mi boca y saborearla y enloquecer con ella, siguió lamiendo e introduciendo su lengua creía desmayar de tanto placer sus manos estaban llegando a mis senos y los manoseaba con  fuerza pellizcando mis pezones, fue subiendo hasta llegar a mi boca ¡dios como besaba! era una mujer experta, sabia enloquecer sólo con un beso. Se enroscó entre mis piernas y volvió a bajar a mis pechos, los mordió, los lamió y los chupó; me dio la vuelta  y  empezó a masajear mi cuerpo con aquellas manos tan suaves y metió un dedo en mi culo ¡¡ohhh!! creía desmayar de placer no se como pude aguantar tanto goce. De pronto noté como me penetraban por detrás, me sobresalté sin pensar en nada más, sólo se que me gustaba y quería más, entonces mi sorpresa fue mayor cuando vi que no era ella la que estaba detrás de mi, sino su esposo. Ella me sonreía mientras me besaba y él estaba detrás cogiendo mis caderas y jadeando como un loco mientras ella besaba mi cuerpo sin descanso me quedé en medio de los dos mientras ella volvía a comer de mis pechos él seguía embistiendo por detrás. No se cuentos orgasmos tuve ni me importa sólo se que estaba en el cielo y era como una muñeca en manos de esa pareja experta en el amor. Luego baje hasta su sexo y lo probé era dulce y salado al tiempo, que placer más intenso. Ella se puso sentada encima de mi boca mientras él sacó su polla de mi culo y la introdujo en mi sexo de un golpe, salió un grito de mi garganta que fue ahogado por un gemido de placer, el mayor de mi vida.
Así seguimos no se durante cuanto tiempo solo recuerdo que pasé una tarde maravillosa. 

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